sábado, 5 de abril de 2014

Mucho Heidelberg por ver

El sábado amaneció con un día igual de bueno. Era el primer día en el que no tenía que pensar en los deberes para la semana siguiente o en algún examen, y que era totalmente libre, así que me dije que, por fin, podría dedicarme a lo que llevaba teniendo ganas desde que entró el buen tiempo: echarme la mochila a la espalda, coger la cámara y salir a patearme una parte de la ciudad cada vez. Y eso hice.

Me bajé en Marstallstraße y, desde ahí, crucé toda la Altstadt hasta llegar a Weststadt. Es una zona casi exclusivamente residencial, con muchas menos tiendas que en el centro y muy, muy verde.









Volví por una de las calles que pasan bordeando el monte, con la firme intención de volver otro día y adentrarme por alguno de los caminos que suben por él.



Después de comer, seguí paseando casi toda la tarde, esta vez en compañía de Tomás, por la zona cercana a la Neckarwiese, junto a Alte Brücke, en la otra orilla del río. Se trata también de una zona residencial, sin bloques de edificios, solo casitas individuales. Algo que me fascina y me encanta es que no hay dos casas iguales y no hay tampoco ninguna a la que no te apetezca echarle una foto.










Nuestro paseo acabó en la zona comprendida entre el Alte Brücke y el muelle. Después de aquello, nos pasamos brevemente por una librería de segunda mano de la Hauptstraße, en la que era imposible no quedarse embobado mirando las paredes forradas con libros; los mismos que se amontonaban por todas partes y que llenaban las tres plantas del local.

Hasta ahora no he podido salir a hacer lo mismo, pero estoy deseando poder volver a hacerlo, porque aún me queda mucho Heidelberg por ver.

El domingo no hice absolutamente nada. Bueno, sí, algo hice, pero no salí a ninguna parte. Me quedé en casa practicando ejercicios de interpretación, que buena falta me hacen si quiero poder hacer ese dichoso par de asignaturas que me traen de cabeza, y atiborrándome a chocolate, una de las pocas cosas que puedes encontrar aquí a un precio más que atractivo.

El lunes fue otro día rutinario: estudiar, ir a comprar un par de cosas y volver a casa. Por la tarde aproveché y me di otro paseo (esta vez sin fotos) para preguntar por varias tiendas cuánto me costaría imprimir un póster —¡quiero poner algo en mi cuarto! Algo que algunos saben perfectamente qué es—. Con el precio de la tinta por encima del de la sangre de unicornio, acabé descartando la idea después de las primeras dos tiendas.



3 comentarios:

  1. vasco Manuel Garcia Berea5 de abril de 2014, 13:51

    Hola rubia.
    Dejame algunas fotos para cuando yo valla.¿como te vas con el idioma?
    Un saludito de la familia,besos.

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  2. ¡Hola! No os preocupéis, ¡que aquí sitios que fotografiar no os van a faltar! El idioma va, en pañales todavía, ¡pero va! ¿Cuándo venís?

    ¡Un beso!

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  3. vasco Manuel Garcia Berea1 de mayo de 2014, 19:40

    Hola Mª Pili.
    No te e contestado ante,porque no se la fecha de salida.Posiblemente saldre por el 19 de Mayo.
    Yo cre que por Alemania, estare la primera semana de Junio.Tu madre te pondra al corriente.
    ¡ un besito!

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