Bueno, bueno, bueno… El momento se acerca. Mañana a las once
de la mañana estaré montada en un avión rumbo
a lo desconocido. Esta será mi última
entrada hasta que me encuentre en Heidelberg y disponga, de nuevo, de conexión
a Internet.
Quiero hablar de algo práctico antes de soltar el pestiño sentimentalista, así que os
hablaré del viaje y de los preparativos muy sucintamente. No os puedo
recomendar una fecha exacta para comprar el billete de avión (si vais en avión;
a mí eso de surcar los aires me aterra, peeeeeero…);
yo lo compré con bastantes meses de antelación y no me ha salido muy mal la
jugada, pero lo mejor es que comparéis con tiempo. Como comparador de vuelos yo
usé Skyscanner y, al final, acabé
comprando el vuelo con la famosa aerolínea irlandesa. Bueno, digo compré, pero más bien debería decir compramos la chica con la que me voy
(una chiquilla maravillosa del mismo Heidelberg).
Cuando tengáis comprado el vuelo, habréis de poner las
maletas que os vayáis a llevar. En mi caso, una de 20 kg (además de la de 10 kg
de mano). Reconozco que nunca he hecho una maleta en condiciones, así que no sabía si iba a ser mucho o poco.
Estos últimos días he estado, por fin, ensayando —pocas
personas hay en la faz de la Tierra que odien más un imprevisto o tener que
hacer las cosas a mata caballo— a hacer la maleta y… ¡cabe mucho más de lo que
pensaba! Así que nada, a meter cosas. Yo me voy solo para seis meses, así que imagino
que eso también cuenta, aunque he tenido que meter un par de abrigos gordos,
bufandas, calcetines térmicos. He aquí una pequeña lista de las cosas que he
metido:
- Camisetas y jerséis a discreción.
- Pantalones vaqueros, vaqueros de colores y vaqueros algo más arreglados a porrón (soy una mujer cómoda y práctica —ante todo, cómoda—, pese a las amenazas de mi madre «Los vaqueros son muy fríos, ¡te vas a tener que poner unos leotardos debajo…!»).
- Varias sudaderas.
- Un par de camisas.
- Pijamas varios (de invierno y de verano).
- Un par de pares de zapatillas cómodas con las que poder andar.
- Unos zapatos de deporte (o, como los llamamos por aquí, unos tenis, por si algún día os vais a correr o de excursión).
- Chanclas (por si el baño es compartido).
- Toallas de microfibra (de las de Decathlon, que no ocupan nada y secan que da gusto).
- Botas forradas, para el frío.
- Zapatillas para estar en casa.
- Varios pares de calcetines térmicos.
- Leggins forrados de pelo por dentro (¡descubrimiento del año!).
- Los leotardos (por si mi madre al final tiene razón, como siempre).
- Un abrigo.
- Una parka de Decathlon, muy abrigada e impermeable.
- Una americana.
- Un chaleco.
- Braga y bufanda infinita de esas.
- Guantes calentitos.
- Ropa interior.
- Medicamentos (lo que podáis necesitar; yo no sé si tendré problemas para adquirir medicamentos allí, así que llevo lo básico: ibuprofeno, paracetamol, pastillas para el mareo, una pomada a base de árnica, etc.).
- Cámara, cable, pilas recargables y cargador de las pilas.
- Cable de red.
- Móvil de repuesto (el móvil anterior al que tengo ahora, que no es ni Smartphone ni nada, pero la batería le dura muchísimos días y puede ser útil si hay una emergencia) y su cargador.
- Llaveros.
- Mi calendario de pared de Sherlock (ejem).
- Una mochila para clase.
- Documentación (DNI, pasaporte, tarjeta sanitaria europea, acuerdo académico, Zulassungsbescheid…).
- Artículos de higiene y cuidado personal (champú, acondicionador, gel, cepillo de dientes, etc., además de compresas, horquillas, gomina o lo que necesitéis cada uno).
- Secador de pelo y planchas (si los usáis).
- Algún bolso/mochila extra.
Y creo que no me dejo nada (algo sí, seguro). No he metido
comida de momento y no creo que lo haga, pero no es por falta de peso: todo eso
no superará los 18 kg (tirando por lo alto), aunque la maleta está abultada y
pesa como una condenada.
Esto está dividido entre la maleta facturada, la de mano y
la segunda bolsita de mano, que Ryanair permite llevar desde diciembre de 2013.
Y hasta aquí lo que tiene que ver puramente con la maleta.
Por triste, por manido, por exagerado y por sentimentaloide que suene, el mayor peso
lo llevo por dentro. Intento mantener la cabeza ocupada el mayor tiempo posible
con el equipaje, la documentación, el «¡Ay,
los calcetines!, ¡ay, el cargador!» para no pensar en lo que se me viene
encima. Yo tengo una relación muy estrecha con mi familia y es la primera vez
que salgo de casa durante tanto tiempo.
No me gustan las fiestas ni el desmadre; siempre he sido muy
casera y de pocos amigos, así que solo de pensar en que me levantaré el sábado,
el domingo, el lunes y todos los días durante seis meses y no veré a mi
familia, se me encogen las tripas y me gruñen que me quede, que no me vaya, que
mande al avión a tomar viento sin mí (Tut
mir leid, Anni! Du weißt, ich würde das nie machen!), que el dolor va a ser
más que la satisfacción que encontraré allí y que yo no estoy hecha para estar
lejos de ella. Mamitis aguda y sin
tratamiento.
Tratamiento de choque es lo que necesito, pensaréis muchos,
para quitarme la tontería. Por eso tengo las maletas preparadas y un billete de
ida para el pueblecito más encantador de toda Alemania.
Me despido hasta que volváis a saber de mí, que espero que
sea más pronto que tarde.
¡Hasta la próxima!
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