¡Hola de nuevo!
Me gustaría aprovechar
los (pocos) días que faltan para mi partida para explicar algunas cosas sobre
la beca Erasmus.
Voy a saltarme el paso en
el que explico qué es el programa Erasmus y qué finalidad tiene,
porque imagino que, quien esté leyendo esto, seguramente ya lo sabrá y, además,
nos encontramos últimamente en un período de turbulencias académicas y de
trastornos educativos (con la aprobación del programa Erasmus+, entre otros
embrollos) y lo mismo lo que os cuente cambia de aquí a una semana. Tampoco voy a explicar cómo solicitarla, porque eso depende
de cada universidad* (y hasta de cada facultad).
Solo diré que en la
Universidad de Málaga (UMA) el proceso de solicitud se ha venido iniciando
hasta ahora allá por octubre y que la prueba de idioma tiene lugar
alrededor de noviembre (mediados o finales).
*Aquí
podéis consultar toda la información (plazos, documentación, exámenes, etc.).
Además, a mediados de octubre, antes de que se abra el plazo para el envío de
solicitudes, tienen lugar las asambleas informativas, en la que también se da
toda (o prácticamente toda) la información sobre el programa Erasmus y el resto
de programas internacionales.
Bueno, ahora sí, vamos al
asunto de la entrada de hoy: «¿Adónde me
voy?».
Quizá la pregunta que más
importancia tenga de todas las que os hagáis en vuestra vida.
…
A lo mejor no en toda
vuestra vida, pero sí durante vuestra vida como estudiantes Erasmus.
Esa decisión es la que
determinará el idioma que hablaréis y oiréis, el techo bajo el que dormiréis, las caras
que veréis, las asignaturas que cursaréis y hasta la comida que comeréis (entre
otras muchas cosas) durante el año —o, como en mi caso, el medio año— que
pasaréis fuera.
Yo, como podéis leer en
el título del blog, decidí irme a la ciudad alemana de Heidelberg. Casi desde el principio tuve claro que quería irme a
Alemania, ya que el alemán es mi segunda lengua en Málaga y necesitaba mejorar
mi nivel. Esto es algo muy a tener en cuenta si cursáis estudios relacionados
con los idiomas: pensad en cuál necesitáis mejorar, en cuál os gusta más o en
lo que queráis, pero pensadlo bien y a tiempo.
Tuve la suerte de poder
elegir el destino que yo quisiera, y estuve debatiéndome mucho tiempo entre
esta y la otra ciudad alemana de Leipzig.
Finalmente, me decidí por la primera. No sé si os preguntaréis por qué, pero yo
os lo voy a contar (que para eso es mi blog).
Lo primero que tuve en cuenta fue la oferta académica de la universidad
de Heidelberg y la propia
universidad. La Ruprecht-Karls-Universität
Heidelberg es la más antigua de Alemania, así como también la mejor universidad (o una de las mejores) del país y su oferta académica es amplísima. Por
ejemplo, mientras que en Málaga podemos elegir entre dos lenguas como segunda
lengua (o lengua B), allí se puede elegir entre seis; sin contar con las
filologías, en las que también hay asignaturas de traducción. En posteriores
entradas hablaré un poco más de esto.
Gran universidad, mejor oferta académica. ¿Y la ciudad? Heidelberg es
una pequeña ciudad situada a orillas del río Neckar —a ambas orillas, de hecho,
ya que el río la atraviesa—, del tamaño aproximado de un tercio de
Málaga.
De la capital de Málaga, quiero decir. Tiene aproximadamente 100 km2 y unos 150 000 habitantes, para
que os hagáis una idea; y está considerada, igualmente, como uno de los lugares
más bellos de toda Alemania. La universidad atrae a miles de estudiantes
internacionales, así que gran parte de la población son jóvenes universitarios,
lo que la convierte en una especie de Granada o Salamanca (sin desmerecer en lo
más mínimo a ninguna de las dos). Pese al ambiente estudiantil, es —o eso espero—
tranquila y acogedora, y tiene magníficas conexiones con otras ciudades
europeas (a pocos kilómetros de Frankfurt am Main, de Stuttgart y a menos de
100 km de la frontera con Francia). Yo no soy amiga de las ciudades grandes ni de las fiestas, así que me
pareció maravillosa.
Una de las desventajas, si hay que poner alguna, sería quizá que
Heidelberg, además de una de las ciudades más bonitas de Alemania, es también
una de las más caras. No lo es en demasía (aunque eso ya os lo confirmaré
cuando llegue), así que no hay motivo para preocuparse, pero hay que contarlo todo.
Esto se nota menos al compartir moneda, cosa que no ocurre en Reino Unido,
donde el salto sí es bastante mayor en general.
Y creo que aquí lo voy a dejar por ahora. ¡Me he extendido demasiado! Como
he dicho antes, en futuras entradas hablaré un poco más de la universidad y de
las asignaturas, que fue lo que más tuve en cuenta a la hora de elegir destino,
así como del alojamiento y todos los trámites que hay que hacer.
¡Hasta la próxima!
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